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LIVORNO
Alla mi' Livolno.
Para mì, existen dos Livorno: aquélla oficial, y aquélla mìa. A aquélla oficial reserveré una pagina a parte. A aquélla mìa, dediquerò esta introducciòn. No sé cuàntas personas puedan conocer un soneto del Cangillo, intitulado proprio “Cangillo: Alla mì’ Livorno. La Livorno oficial, màs adelante, se subdivide en otras dos subpartes, si queremos: la Livorno del Cangillo màs satirico, màs desencadenado, màs demisticànte, es decir, la Livorno del Vernacoliere, la revista de Mario Cardinale y de sus colaboradores, y la Livorno del puerto, ahora también de los grandes barcos de pasajeros, la Livorno industriàl y post-industriàl, la Livorno activa, de los comercios, desde sempre, la Livorno del trabajo. Después està la Livorno de Virzì, (productor cinematogràfico), de la poesia, la poesia de Livorno, que es una poesia especiàl, abrazadora, la poesia del tempo que pasa, la poesia de la mirada, de la contemplaciòn, de la Terrazza Mascagni, de los atardeceres infinitos, de las avenidas de pinos, de los tamariscos, de las gaviotas, del Viale de los Pensamientos, (lamentablemente ahora no esiste màs a causa de la nueva edilizia). De Livorno fuì alejado cuando tenìa nueve años. Pero mi vida fué un eterno ritorno. A la edad de once años volvì solo, en tren, naturalmente con el permiso iluminado de mis padres. Tenìan confianza en mì, y talvéz, también los tiempos eran mas seguros. No obstante esto, el jefe del tren quedò sorprendilo al verme solo, asì tan chico, mientras leìa atentamente los artìculos de ciclismo en la "Gazeta Deportiva", que yo mìsmo me habìa comprado en la estaciòn de Milàn. Después volvìa siempre con mis padres para las vacaciones de verano, para Navidad y para la Pascua. Finalmente, llegué a los veinte años (maduréz? Ojalà!) y comencé a volver perennemente, con cualquier medio de transporte posible, comprendida la bicicletta, (sì señor!, en bicicletta, en un dìa y medio, durmiendo en Pontrémoli, en el año 1969. En Pontrémoli dònde gasté mil liras para cenar y mil para dormir, obteniendo del dueño de la pensiòn el permiso de llevar mi bicicletta a la habitaciòn, por seguridad). Y aùn hoy retorno, a cinco decenios de mi inmigraciòn, y cada véz que llegando la veo de lejos, todavìa siento aquél algo que se llama emociòn.

de Gianni Nigro - Traduccion de Juanita Trinidad