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Emociones
escandinavas
Llegando en Escandinavia, la verdadera emociòn es la naturaleza. Los bosques de abedul, los abetos, la campaña, el ambiente de la noche con copos de niebla. Y los animales, por ejemplo los alces, que, finalmente protectos y casi no màs cazados, estàn repoblando los bosques y volviendo a recorrer sus seculares senderos hechos en sus perennes pelegrinaciones. Si es verdad que la contaminaciòn y el inquinamento avanzan en todo el mundo, es otro tanto verdad que existen todavìa oasis ambientales en los cuales es posible hallar paisajes ancestrales, lugares fìsicos en los cuales, la naturaleza impéra, aunque si a veces protecta por el hombre. La Escandinavia es uno de estos lugares magicos, en los cuales se ha finalmente comenzado a obrar por el recùpero ambiental, que significa nuevos bosques, limitaciòn siempre màs extensa en la caza, repoblaciòn de algunas especies, por ejemplo los alces.
Viajar en moto, en auto o en casa rodante, o talvèz en bicicleta (porqué no?, algunos lo hacen) durmiendo lo màs posible al contacto con la naturaleza, es seguramente el modo màs directo para sentirse completamente en Escandinavia. La organizaciòn de los campamentos es al màximo. Se puede dormir en tienda, y en pleno verano gozar el espectàculo de la noche àrtica. Màs arriba del Cìrculo Polar Artico, si el cielo no es cubierto de nubes (lo que a aquellas latitudes puede suceder), permite de ver el sol de media noche. Màs al norte se va, màs el sol es en alto sobre el horizonte.
En realidad, el efecto del sol de media noche, es al màximo a la una de la noche, a causa de la hora legal. Y aquél es el momento en que el sol es màs bajo sobre el horizonte. Si uno se encuentra suficientemente màs al norte del Circulo Polar Artico, y hace un hermoso dìa de sol, con el cielo absolutamente limpio, se puede observar que el sol a mediodìa se encuentra hacia el sur, cuando es en su punto màximo de altitùd con respecto al horizonte. Después , durante la tarde y la noche, gira en torno a quién lo observa, trasladàndose primero al oeste y después al norte, calando progresivamente.
A partir de la una de la madrugada en adelante inicia nuevamente a alzarse girando hacia el este.
Naturalmente ésta es una sensaciòn objetiva del observador, porqué es siempre la tierra que gira en torno al sol y que presenta diversas inclinaciones del propio eje con respecto al sol. Lo que fascina aùn màs todavìa, no es ni siquiera el sol a la noche ( que aùnque, para quién no es habituado, es siempre un hecho casi increìble). Lo que en véz impresiona aùn màs es el color que asumen, en aquellas noches de sol, las casas, las rocas, el asfalto de los estrechos caminos que recorren la Escandinavia del norte. Todo cambia. No se puede ni siquiera comparar la noche estiva àrtica a una especie de ocaso infinito o a un alba infinita. La noche àrtica es la noche àrtica, y nada le asemeja.
Pero el sol en la noche no es ciertamente el ùnico atractivo del lugar. La larguìsima peninsula ofrece bosques y lagos en una cantidad innumerable, ya sea porqué muchos laguitos en verano son improvisados, dependiendo de la nieve que se derrite. Otro de los elementos que enciende la fantasìa de quién proviene del sur, son las enormes montañas redondeadas. El fenòmeno depende de las antiguas glaciaciones, dònde mazas desmesuradas de hielo han alisado las rocas hasta crear las actuales redondeces, que van desde las gigantescas montañas hasta las pequeñas rocas de tres o cuatro metros de largo, siempre redondas.
En fin, desde hace algunos años, es siempre màs fàcil encontrarse con uno o màs alces. En todo el territorio escandìnavo se ha accionado una contìnua repoblaciòn de estos curiosos pero bellisimos animales. El dìa domingo por la mañana temprano es el momento particularmente màs adapto para verlos. Los autos permanecen silenciosos en los garages, en los jardines, en los estacionamientos. Y los alces toman coraje y se animan a salir de los bosques para comer su hierba preferida, o sea, la avena y la alfalfa (de las cultivaciones de los colonos!) , casi al lìmite con las rutas.
Si alguno se encuentra en Escandinavia, un domingo por la mañana no lo desaproveche en dormir. Se levante temprano y parta, lo màs silenciosamente posible, a bajisima velocidad, (total no se cruza otro auto por mucho tiempo). La probabilidad de avistar un alce en medio a un campo o al costado de la ruta, es muy alta.



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